Sunday, November 26, 2006

La era del Id.

Nos vemos enfrentados a un problema. Optemos por la inercia. Tal vez en la inacción resida la solución natural de las cosas que ocurren por naturaleza. El conflicto sólo existe mientras sea visible. Cambiemos nuestro nombre. Mientras unos pocos le atribuyan un nuevo contenido, seremos ese cambio. No somos lo únicos que hemos cambiado nuestro nombre. La vieja inercia se esconde bajo la noción de dejar fluir, la inseguridad se ha refugiado en la arrogancia, el viejo egoísmo se hace llamar libertad y la eterna soledad se oculta en multitudes. Es la era del Id, que a su vez encuentra la perfecta excusa en la modernidad. No somos los únicos que hemos simulado un cambio. Nadie tiene derecho a cavar profundo e insinuar la existencia de un problema. Nosotros teníamos un problema con un nombre y un significado. Ahora lo hemos olvidado. Nosotros nos hemos reinventado. Elegimos un rótulo y los convencimos. Nos convencieron. Mientras nadie pueda contestar con certeza a la pregunta de qué vino primero, el huevo o la gallina, nadie debe saber que este rótulo fue sólo una necesidad en su origen. Son sólo nombres, etiquetas temporarias que pueden adherirse a nuestra piel si no se las lleva con cuidado. Sólo nombres, como la numeración de las calles. Estan allí para facilitar nuestras vidas. Imaginen el caos de lo contrario. También las grandes marcas implementan este tipo de reinvención parcial. Los nuevos envases de shampoo no intentan engañar a nadie. O acaso han visto alguno que dijera “cambio radical en el contenido”? Sin embargo, luce nuevo, y por lo tanto y esencialmente, lo es. Nosotros somos lo que es percibido. Qué importa que el super yo se sofoque bajo el peso del nuevo rótulo, qué importa si nos quedamos solos con nuestro instinto insaciable. Qué importa si cuando hablamos de libertad estamos hablando de libertades ajenas. La regla moral se llama conciencia, y ésta es un poducto de la autoridad paterna, que a su vez se esconde bajo otro rótulo. La culpa es producto de la represión causada por un individuo tan confundido como nosotros, y por lo tanto es tan artificial como el lenguaje y el credo. Si todo es causa y efecto, y lo circular se oculta en lo lineal, qué importa qué vino primero. Nosotros optamos por la inacción y por las palabras. Los rótulos estan allí para amoldarse al cambio. Las sociedades cambian, el lenguaje cambia. Y estos dos pueden ser campos paralelos. El lenguaje no necesariamente cambia para auspiciar escondites. Nosotros, en fin, hemos escapado a quienes estábamos condenados a ser gracias al lenguaje; y éste a la larga nos ha proporcionado el cambio que buscábamos. Y nadie, nadie tiene derecho a cavar profundo e insinuar que en algún momento existió un problema.

Friday, November 10, 2006

Aujourd’hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas. J’ai reçu un télégramme de l’asile : « Mère décédée. Enterrement demain. Sentiments distinguées. » Cela ne veut rien dire. C’était peut-être hier.

L'Étranger,
Camus.